En lo que va de la gestión de Omar Gutiérrez al frente del Ejecutivo ingresaron al Estado provincial 5.418 empleados públicos. Una sencilla cuenta muestra que unos ocho trabajadores por día hábil llegaron a la órbita provincial en poco menos de tres años.
En total, la planta estatal neuquina ya alcanza a los 63.184 asalariados. La cifra representa un incremento del orden del 9% cuando se compara los números oficiales del cierre del último trimestre de este año respecto de finales de 2015.
Lo datos son realmente significativos y más aun teniendo en cuenta el rol que sigue cumpliendo Estado dentro de la economía de la provincia. Por dar un ejemplo cualquiera, los más de 63.000 empleados de la administración pública neuquina representan hoy cuatro veces la totalidad de la planta de trabajadores de YPF en el país, firma que proyecta ingresos para este año en torno a los 400.000 millones de pesos, contra una estructura de recursos públicos del orden de los 80.000 millones estimada para todo el 2018. Es decir, que la administración pública neuquina es cuatro veces más grande en personal que YPF y genera el 20% de la riqueza que la petrolera estatal.
Estas comparaciones lineales sólo sirven para intentar entender la magnitud de los acontecimientos, pero no para ordenar una estrategia que dé solución a la enorme cantidad de trabajadores públicos que tiene el sistema neuquino que, sumadas las intendencias y las comisiones de fomento, alcanzan los 78.500 estatales. La estadística refleja, en este sentido, que una de cada dos familias en la provincia tiene algún integrante que trabaja en el Estado neuquino. Pero cuando se analizan con cierto grado de profundidad organismos o dependencias ministeriales, se observa que existen familias completas -mayormente de confianza política- que se mantienen en el tiempo como trabajadores públicos, en puestos clave de la administración. En este tipo de Estados ‘partitocráticos’, la confianza desplaza a la meritocracia. Es un tradicional dispositivo de reparto clientelista de los recursos públicos, estructurado y permanente, que le permite consolidar a los gobernantes su posición con varios tipos de apoyos o lealtades.
Los abusos que genera el sistema son enormes. Tal vez el más saliente de estos últimos tiempos fue el nombramiento del exgobernador Jorge Sapag con el pomposo cargo Coordinador Interinstitucional del Ministerio de Gobierno y Justicia, días después de dejar su mandato (2007-2015). Nunca presentó a la ciudadanía una reseña sobre los ejecutado en sus funciones. El senador nacional, Guillermo Pereyra, fue más allá levantado su voz “Él ya cumplió con su función de gobernador. Ahora está con un nombramiento en el cual no cumple sus tareas. Está de ñoqui”. La impunidad, es otra de las características de la ‘partitocracia’.
Crecimiento
Volviendo a las estadísticas oficiales, los servicios de Seguridad, Educación y Salud crecieron por debajo de la media del Poder Ejecutivo. Esto muestra que el crecimiento del personal en la administración central y en las empresas públicas se encuentra por encima de la media mencionada en torno al 9%.
Por otra parte, la cantidad de estatales que incorporó el sistema judicial creció 12% en el período de análisis mientras que la planta del Poder Legislativo lo hizo tan sólo en un 2%.
Fuente: Diario Rio Negro