martes 16 DE abril DE 2024

Aplastante victoria: River ganó el Superclásico, armó una fiesta en el Monumental ante Boca y es el único puntero

No hubo protocolo, ni normativas, ni caras serias de los hombres de seguridad que pudieran frenar la euforia que estalló en el Monumental después de tanto tiempo contenida. Volvieron los abrazos. De padres con hijos, de abuelos con nietos, de tíos con sobrinos, de amigos, de amigas, y tambien entre desconocidos. Aunque el virus aún esté dando vueltas, aunque la pandemia siga amenazando más allá de la merma notable de casos en la Argentina, le fue imposible a los hinchas de River presentes en la cancha (visualmente ocupada en bastante más del 50 por ciento) contenerse cuando Julián Alvarez dibujó tremendo golazo con complicidad de Agustín Rossi.

El equipo de Marcelo Gallardo coronó una tarde ideal en el primer Superclásico con público y le ganó 2-1 a un Boca que se quedó con uno menos muy pronto. Debió haber goleado, pero poco le importó porque se subió a la punta de la Liga Profesional, a la espera de lo que haga Talleres en su visita a Defensa y Justicia.

El ciclo del Muñeco es uno de los -sino el más- exitosos de la historia del Millonario. Pero tenía una espinita que se pudo sacar en este domingo que bañó de sol las tribunas felizmente pobladas: nunca había podido ganarle a Boca en casa por torneos locales, con tres empates y tres derrotas. La última victoria de los de Núñez en su casa ante el rival de siempre por campeonato casero había sido hace más una década, el 16 de noviembre de 2010. Ese día fue el último Superclásico de Gallardo como futbolista y River ganó 1-0.

Esa racha se quebró. Y también se rompió el maleficio de los empates en el partido con más cartel de la Argentina y uno de los más atractivos del mundo. Fueron cuatro igualdades consecutivas. River barrió con todas esas estadísticas con una de las mejores producciones del año.

Claro que todo se le facilitó por la expulsión de Marcos Rojo, que en menos de dos minutos vio dos tarjetas amarillas por faltas a Braian Romero y Agustín Palavecino. La segunda fue discutible aunque cuesta creer cómo un jugador con la experiencia del defensor se expusiera sabiendo que había sido amonestado recientemente. Esa roja fue el punto de inflexión en el derby. Un antes y un después, más allá de que hasta ese cuarto de hora, Boca tampoco había presentado una postura amenazante para el arco de Franco Armani.

Sebastián Battaglia tuvo que reordenar la defensa: afuera Edwin Cardona, con cara de pocos amigos, y adentro Carlos Zambrano. River, con Nicolás De La Cruz cerrado junto a Enzo Pérez en el medio y el resto focalizados en atacar, manejó pelota y tiempos al ritmo del pibe Alvarez.

El nacido en Calchín, Córdoba, campeón con la Selección de la Copa América, fue la figura indiscutida por goles y despliegue. Se autogestionó el primero, quebrando la cintura para dejar en ridículo a Jorman Campuzano y, en menos de un segundo, dándose cuenta con un golpe de vista que Rossi estaba adelantado para clavarla por arriba.

Un disparo de Luis Advíncula que se fue por arriba fue apenas un atisbo de rebeldía boquense. Eso fue lo poquito que pudo hacer el visitante porque ante de irse al descanso para poner en pausa la pesadilla recibió otro cachetazo, de nocaut: Rossi se equivocó en la salida, Milton Casco anticipó y abrió para el juvenil Santiago Simón. La apuesta del Muñeco asistió para la subida de Julián, que fue más rápido que Carlos Izquierdoz y puso el 2-0 que sentenció la historia demasiado temprano.

Battaglia buscó el mal menor. Había dos opciones: arriesgar a buscar la remontada con uno menos o cerrar filas y evitar el papelón. Eligió la segunda con sus cambios. Así y todo, el 4-4-1 fue muy endeble y no logró evitar la embestida de los hombres de River que desperdiciaron varias chances claras, incluyendo un tiro en el palo de Fabrizio Angileri y un par de mano a mano.

En el final, perdido por perdido, Boca encontró el descuento desde un córner que cabeceó Zambrano y que se le escapó a un Armani que venía siendo puro espectador. Ese, al cabo, fue el único tiro que acertó el Xeneize debajo de los tres palos en todo el clásico… Una pobrísima producción del equipo de Battaglia, que sufrió el primer duro tropiezo en su ciclo y la primera derrota como el técnico de Boca (había caído con San Lorenzo, pero en reemplazo de Miguel Russo).

River hasta se dio el lujo de hacer jugar a Leonardo Ponzio unos minutos y volvió a festejar con su gente en el día de la vuelta de los abrazos en el Monumental, una euforia que pudo más que los cuidados.

FUENTE: Diario CLARIN

Más noticias

Radio Urbana Neuquén en vivo / 104.7