viernes 29 DE marzo DE 2024

Boca tuvo una pálida actuación, volvió a perder, se aleja de la Libertadores y le prende velas a la Copa Argentina

Era la Noche del 10, como aquel programa que condujo Maradona en 2005, ideal para recordar a Diego. Fue un sábado de terror en la víspera de Halloween. El mejor homenaje lo hicieron los futbolistas de Gimnasia, el equipo que el astro dirigió hasta su último aliento. Con Rodrigo Rey haciendo gala de la mano de Dios bajo los tres palos. Boca no jugó bien, pero al menos mereció un gol en el tributo de Pelusa. Fue la segunda derrota consecutiva, resultados que abren dudas en la clasificación a la LIbertadores y cargan de presión a la semifinal de la Copa Argentina ante Argentinos, el miércoles en Mendoza.

¿Cuánto habrá influido ese parate emotivo, justo a los diez minutos, cuando la Bombonera se emocionó con Diego? Después del “Maradó, Maradó”, los aplausos y la suelta de globos, Boca no pudo volver a enfocarse en el primer tiempo. Y esa desconcentración se hizo carne en Agustín Rossi, que cometió un penal propio del fútbol amateur.

De un lateral a metros de Rodrigo Rey, llegó la pelota para Luis Miguel Rodríguez que observó a todo el fondo mal parado y el tucumano metió un estiletazo para Johan Carbonero. Es rapidito el colombiano en el pique, pero salió muy desarmado Rossi, lejos, y volteó al delantero en el vértice del área.

Tan grosera y clara fue la falta que Ariel Penel, a 30 metros de la jugada, corrió sin dudar y marcó el punto del penal. Lo que siguió fue el gol del Pulga, desde los doce pasos, con su sello característico, pegando saltitos. No fue el único error del arquero azul y oro. Dos veces regaló la salida. Le faltó puntería de media distancia a Brahian Alemán.

Gimnasia se encontró con el gol por un error no forzado cuando casi no se había armado el partido. Porque en el primer cuarto de hora sólo se habían visto algunas intenciones de Boca desde los laterales. Por la izquierda, donde se proyectó Frank Fabra y metió un centro que Luis Vázquez cabeceó mal y desviado, y por derecha, sector en el que fluyó Luis Advíncula con una diagonal que terminó entre los guantes de Rey.

Boca tuvo mayor protagonismo por afuera porque no logró asociarse con el juego interior. Ni Agustín Almendra, su motor; ni Aaron Molinas, el enganche que tantas ilusiones despierta; y apenitas Cristian Medina, el más activo, pudieron encontrarse. Faltó precisión ante un rival que esperaba, buscaba recuperar la pelota y manejarla con Alemán, el Pulga y los dos volantes centrales, para disparar hacia Carbonero o Rodrigo Holgado. Y cuando se replegaba, Emanuel Cecchini se metía entre los zagueros. El dueño de casa estaba incómodo.

Y los centros desde los costados siempre acababan en las manos de Rey. Hasta que en el final de la primera etapa, Medina se volcó por la izquierda y Almendra encontró un hueco para sacudir de media distancia. La pelota se estrelló en el ángulo y Medina no pudo aprovechar el rebote con el arco vacío.

Battaglia eligió cambiar el esquema para el segundo tiempo y pagó Molinas. Sacó al enganche e introdujo a Cristian Pavón. Del 4-3-1-2 pasó al 4-3-3, pero dejó un interrogante. Más allá de los descoloridos cuarenta y cinco minutos del pibe, ¿con Gimnasia tan plantado atrás no era necesario mayor toque para desarticular una defensa que dejaba pocos espacios? Boca empujó, pero sin claridad.

En dos pelotas paradas pudo empatarlo. Sin embargo, Rey estuvo firme. Y cuando falló, apareció Leonardo Morales en la línea para salvar. Cuando Gimnasia se quedó con uno menos por la expulsión de Alemán, la cancha se inclinó hacia el arco visitante. A propósito de la tarjeta roja que recibió el uruguayo, la primera amarilla por demorar un saque de costado pareció exagerada. Con la falta sobre Fabra terminó en las duchas.

No fue un buen partido de Penel. Debió echar a Almendra un rato antes por una agresión sobre Cecchini y más tarde, a Franco Torres por un planchazo sobre el juvenil Taborda, enlace de la Reserva. La salida de Almendra, que había levantado en el complemento, sólo se explica por el temor a una tarjeta roja. Entonces, Battaglia lo reemplazó con Edwin Cardona. Retrocedió al antiguo dibujo. Y hubo más variantes que parecieron más propias de la desesperación que meditadas por el entrenador.

No obstante, Boca terminó el partido cargado de gente en ataque y corporizando a Rey como figura. El arquero le tapó un remate a Pavón y un cabezazo a Vázquez. No lo pudo quebrar al Lobo, que hacía 7 años no aullaba a orillas del Riachuelo. Y fue justo en el cumpleaños de Diego. Creer o reventar.

FUENTE: DIario CLARIN

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