viernes 13 DE diciembre DE 2024

Histórica ovación a héroes de Malvinas en el desfile de cierre por el Bicentenario

“¡¡¡Graciaaas!!!”, grita María Constanza, primera línea de ovación contra las vallas que delinean este desfile militar que mide unas veinte cuadras, algo más de tres horas, diecisiete bandas musicales, más de cuatro mil efectivos de las fuerzas armadas y de seguridad, y unos tres mil veteranos de la Guerra de Malvinas, entre civiles y militares que se autoconvocaron y fueron incluidos en la celebración. María Constanza no había nacido cuando su papá, Luis Martella, murió a los 22 años, el 12 de junio de 1982, en el monte Dos Hermanas, cerca de Puerto Argentino. Ayer fue una de las decenas de miles de personas –el Ministerio de Defensa calculó 600 mil, aunque la cifra parece exagerada– que aplaudieron y gritaron “Héroes”, “Valientes” y “Gracias” a quienes combatieron en las islas, en el que fue el momento más emotivo del cierre de los festejos del Bicentenario de la Declaración de la Independencia.

“Si nos quedaba una herida, este reconocimiento de la sociedad la curó”, decía ayer Mario Juárez, que tenía 25 años cuando combatió. Marcelo Llambías, que tenía 19 años cuando fue a Malvinas, sostuvo: “El reconocimiento de la gente fue un momento cúlmine”.

“Es la primera vez en 34 años que los veteranos de Malvinas somos convocados oficialmente para desfilar en un evento tan masivo. No fuimos tenidos en cuenta para los festejos del Bicentenario en 2010”, contó Lautaro Jimenez Corbalán, que fue a las islas con 19 años. De hecho, durante las celebraciones de 2010 se llevó a cabo un desfile militar, pero los ex combatientes no fueron invitados: una veintena de ellos se metió en la Avenida 9 de Julio y mostró al palco oficial una bandera que rezaba “Gloria a los 649 héroes de Malvinas”.

Esa bandera marchó ayer por Libertador: un sobreviviente del hundimiento del crucero General Belgrano era uno de los que la llevaban. “Los sucesivos gobiernos decidieron no hablar de Malvinas: allí se perdieron 649 hombres y entre 1983 y 1997 se quitaron la vida otros 700; con el reconocimiento de hoy empieza una nueva etapa”, reflexionaba Segundo Valdez.

“¡Viva la patria!”, les gritaron, y el agradecimiento del público se multiplicó a lo largo de todo el recorrido. Sin embargo, entre los veteranos que desfilaron no abundaban los que fueron trasladados a Malvinas mientras cumplían el servicio militar: “No desfilamos con torturadores. Hay 123 oficiales denunciados ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos por estaqueos y torturas, y hasta que la Justicia no se expida, no vamos a compartir ninguna convocatoria”, afirmó Mario Volpe, presidente del Centro de Ex Combatientes de Islas Malvinas de La Plata. El rechazo a la convocatoria se replicó en entidades de Rosario, Corrientes, y distintos partidos del conurbano bonaerense.

Quienes sí desfilaron fueron once orquestas marciales internacionales: hubo músicos de Marruecos, Estados Unidos, Uruguay, Bolivia, Italia y España, entre otros países. Y siete bandas de instituciones argentinas: Gendarmería Nacional, la Policía Federal y la Sinfónica del Ejército Argentino fueron algunos ejemplos. El trámite se hizo largo: entre una banda y la otra podía haber más de una cuadra de distancia y el público, por momentos, pareció aburrido. Sólo la “Marcha de San Lorenzo”, ejecutada varias veces y siempre aplaudida, parecía sacarlos del letargo de la primera parte del desfile.

Todos los músicos pasaron delante del palco oficial que encabezaron el ministro de Defensa, Julio Martínez, y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Y todos entraron al Campo Argentino de Polo, que tenía sus 15.000 asientos ocupados y varios centenares de espectadores de pie. El repertorio adentro del estadio fue variado: desde “Libertango”, de Astor Piazzolla, ejecutado por los chilenos, hasta “O sole mío”, a cargo de los italianos, pasando por los músicos estadounidenses, que se sirvieron de una batería y un teclado para que no le faltara jazz al evento.

La marcha militar “Avenida de las Camelias”, usada reiteradamente por la última dictadura, fue la primera de las canciones en el Campo de Polo, donde también se entonó el Himno Nacional. Unos minutos antes de que todo el estadio lo cantara, había llegado en helicóptero Mauricio Macri. El presidente había anunciado por Twitter que no participaría, aduciendo que estaba “cansado por la extenuante gira y actos”. Sin embargo, y en medio de masivas críticas por el “faltazo”, fue al predio de Palermo (ver página 7). “¡Sí, se puede!”, cantaron varios simpatizantes oficialistas cuando se asomó al palco oficial junto a Marcos Peña, su jefe de Gabinete. Apenas vio a Macri, una mujer que se abría lugar entre los que habían quedado parados, dijo: “Es mi ídolo, salió de la cama y vino”. “Todos salimos de la cama y vinimos”, respondió otra mujer.

En el pasto en el que usualmente brillan Adolfo Cambiaso y Facundo Pieres, un soldado boliviano bailaba un carnavalito, decenas de militares italianos divertían al público con la clásica “Funiculì, funiculà”, y la “Marcha de San Lorenzo” volvía a poner “al gran Cabral” en boca de miles. Afuera, un ex combatiente de Malvinas preparaba locro y lo vendía a 100 pesos por porción. “El desfile es un gesto noble, pero algunos veteranos todavía nos las rebuscamos como sea”, dijo.

 

FUENTE: Diario Clarin

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