Acaba de romper un límite, el “techo de cristal” que impedía que una mujer pudiera ser candidata a presidente en los Estados Unidos. Pero ahora va por la historia y por la gloria: Hillary Clinton aceptó anoche la nominación demócrata y prometió pelear duro por la Casa Blanca y por un Estados Unidos sin amenazas ni divisiones: “No tenemos miedo. Vamos a crecer ante el desafío, como siempre lo hemos hecho”.
En el discurso final de la Convención en Filadelfia, que cerró entre una lluvia de globos rojos, azules y blancos, Hillary recordó a su madre, su hija y su nieta al mostrar su felicidad por ser la primera mujer en ser candidata. “No hay techos, el cielo es el límite”, dijo y encendió a la multitud.
Luego, en un tono más sombrío añadió: el país enfrenta un “momento decisivo (…) Fuerzas poderosas amenazan dividirnos. Los lazos de confianza y respeto están rompiéndose. Debemos decidir si vamos a trabajar juntos para poder crecer juntos”. Sobre los tiempos difíciles que vive el mundo, dijo que “cualquier persona que haya estado leyendo las noticias sabe las turbulencias que enfrentamos. Tenemos por delante enemigos decididos que deben ser derrotados”. Pero reiteró: “No tenemos miedo. Vamos a crecer ante el desafío, como siempre lo hemos hecho”.
Vestida con un traje blanco –abandonó el azul que tanto le gusta— y en un mensaje al electorado progresista, dijo que su “primera misión como presidenta será crear más oportunidades y buenos puestos de trabajo con mejores salarios”. Eso ocurrirá “desde mi primer día en el cargo hasta el último. Y especialmente en los que por mucho tiempo han sido puestos a un lado y dejados atrás”, en clara referencia al “rust belt”, o el cinturón oxidado del medio oeste, donde muchos trabajadores enojados votarían a Donald Trump a quien Hillary criticó asegurando que “busca que tengamos miedo al futuro”.
En la plataforma del partido, la izquierda de Bernie Sanders obtuvo el triunfo de plasmar un aumento del salario mínimo a 15 dólares, casi el doble del actual. Pese a que Hillary tiró flores a los seguidores de “Bernie”, y criticó a Wall Street, se escucharon abucheos en la sala, que fueron neutralizados por fervorosos gritos de “¡Hillary! En su discurso pidió varias veces trabajar juntos y hasta repartieron cartelitos de un nuevo logo con un corazón.
Hillary había sido presentada por su hija Chelsea y replicó así el esquema de la convención republicana donde Ivanka, la hija mayor de Trump, dio paso a su padre. Lejos de su look de rulos, pecas y ortodoncia cuando llegó a la Casa Blanca de la mano de Bill y Hillary hace 23 años, Chelsea es ahora una mujer de 36, casada, con una hija de 3 y un bebé de apenas un mes. Su misión esta vez fue “humanizar” a la candidata, que muchas veces es vista como distante y vinculada al poder, y mostrar su costado más íntimo de mamá y abuela. Con tono suave y dulce contó como jugaba y bailaba con ella y también ahora con sus nietos.
Pero el camino de Hillary hacia su discurso triunfal de anoche había sido ya allanado tras el mensaje del miércoles de Barack Obama y deslumbró a la audiencia, en donde la definió como la persona “más capacitada de la historia para ocupar la presidencia”. En un mensaje potente, emotivo y directo, el presidente elogió las virtudes de la candidata y señaló, además, que ella “está lista para ser el próximo presidente” y que él estaba dispuesto a pasar la posta a la próxima presidenta. Sorpresivamente, se subió al escenario cuando Obama terminó de hablar y se abrazaron cálidamente. Esa foto de ambos aferrados, emocionados, con los ojos cerrados, fue un símbolo del presente y, quizás, del futuro.
La convención fue una muestra de la diversidad del electorado demócrata, un fuerte contraste con la republicana, donde la mayoría de los oradores fueron blancos, aunque hicieron historia al presentar a un orador gay. Por el escenario de Filadelfia desfilaron hispanos, afroamericanos, cristianos, musulmanes y también oficiales de policía, víctimas de la violencia policial, gente a favor del control de armas, discapacitados, militares. Por primera vez se escuchó a todo el estadio gritar “Sí, se puede”, en español. También ayer subió al estrado Sarah McBride, la primera persona transgénero en pronunciar un discurso en una convención partidaria y dijo que “Hillary entiende la urgencia de nuestra lucha”.
Entre la audiencia celebraba Jason Morgan. “Cuando era niño vi a Hillary en Michigan, caminando en un desfile gay y nunca había visto a ningún político hacerlo. Ese momento cambió mi vida y me mostró que ser quien soy”, dijo a Clarín emocionado.
Quizás preocupado por el alto rating en televisión que tuvo la convención demócrata —donde además de oradores de fuste como Obama, Joe Biden, Clinton y Michelle participaron estrellas como Paul Simon, Demi Lovato, Lenny Kravitz, Katy Perry, Meryl Streep, entre otros— Trump pidió ayer a sus seguidores: “A menos que a usted le guste que le mientan, que lo traten como a un don nadie, que ataquen sus creencias, no miren el discurso de Hillary en la Convención Demócrata”, dijo en un comunicado en el que sugirió que deberían “ayudar a Trump a responsabilizarla por sus actos, denunciar sus mentiras y contragolpear ante sus horribles ataques”.
Fuente: Diario Clarin