Una foto en el Cristo Redentor. Un paseo en el teleférico del Pan de Azúcar. Tomar una caipirinha en la playa de Copacabana. Caminar por la Avenida Atlántica. Comer en el emblemático bar de Garota de Ipanema. Disfrutar de la extensa playa de Barra de Tijuca. Subir la escalera de Selarón. Deambular por los bares de Lapa…
Cuando el sorteo de la Copa Libertadores dictaminó -el 20 de diciembre del año pasado- que River debutaba en la edición de 2018 contra Flamengo en Río de Janeiro, más de un hincha millonario se habrá imaginado que iba a disfrutar de algunas de las atracciones ya mencionadas que ofrece Río de Janeiro.
Sin embargo, no pudieron viajar a la «Ciudad Maravillosa». Y la bronca debe haber sido grande porque el motivo es ajeno a ellos. Los hinchas de River no podrán estar por responsabilidad de los torcedores de Flamengo, quienes cometieron disturbios en el estadio Maracaná durante la final de la Copa Sudamericana que el equipo brasileño perdió contra Independiente el año pasado.
Es por eso que el Tribunal Disciplinario de la Conmebol analizó el caso y el 24 de enero falló en contra de Flamengo. Le impuso al club una sanción: jugar dos partidos como local a puertas cerradas más una multa de 300 mil dólares. La institución brasileña apeló, pero la entidad sudamericana mantuvo el fallo.
Así la Conmebol autorizó apenas 70 personas de cada clubpara ingresar mañana en el estadio Olímpico «Nilton Santos», entre los jugadores, los cuerpos técnicos, el personal médico, los colaboradores y dirigentes.
El tema del estadio también trajo tela para cortar. Debido a que no iba a asistir público, Flamengo decidió jugar en otra cancha y no en el «inmenso» Maracaná, que, además, tenía una agenda cargada con recitales. El jueves pasado cantó Phil Collins y el domingo tocó Foo Fighters. No llegaban a poner el césped en condiciones en tan solo tres días.
La primera opción que se eligió fue el «Ilha do Urubu», ubicado en la zona norte de Río de Janeiro. Ese estadio es administrado desde el año pasado por Flamengo, pero igual tuvo que pedir autorización. A pesar de no contar con las normas que reclama para este tipo de encuentros, la Conmebol lo habilitó ya que el partido era «sin público».
Un fuerte temporal, hace 15 días, derribó dos torres de iluminación, por lo que los planes tuvieron que modificarse. Entonces, Flamengo alquiló el estadio del Engenhao (el barrio en el que se encuentra), del que el Botafogo es concesionario desde 2007, cuando fue inaugurado. Tiene capacidad para 46.931 espectadores y su nombre («Nilton Santos») es en honor al ex defensor brasileño, campeón del Mundo en Suecia 1958 y Chile 1962, que surgió de Botafogo.
River jugó allí hace más de diez años contra Botafogo. Fue por los octavos de final de la Copa Sudamericana 2007, con Daniel Passarella como entrenador. El conjunto argentino cayó por 1 a 0. Luego revertiría la serie de manera épica en el Monumental. Perdía 2-1 (3-1 en la serie) y terminó ganando 4-2 (global de 4-3).
Desde esa oportunidad que River no visita Río de Janeiro. La ciudad carioca lo recibió con lluvias y amenazas de tormentas eléctricas. Aquí lo espera Flamengo, que a fin del año pasado recibió un duro golpe al perder la final de la Copa Sudamericana en su casa.
También recibió un fuerte cachetazo el domingo, al ser goleado por su clásico rival, Fluminense, por 4-0 en el torneo carioca. Eso sí, jugó con mayoría de suplentes… Al margen de esa derrota, Flamengo había arrancado bien el año ya que ganó la primera parte de ese certamen.
Flamengo es conducido por «un viejo conocido», tal como lo manifestó el propio club cuando lo contrató. Se trata del brasilero Paulo César Carpegiani, el comandante del equipo que conquistó las únicas Copas Libertadores e Intercontinental del Fla en 1981. El entrenador de 67 años regresó por tercera vez al club para intentar devolverle la gloria internacional que supo conseguir en ese año dorado para la institución.
No tendrá al temible goleador peruano Paolo Guerrero dado que aún se encuentra suspendido. Eso sí, igualmente fue anotado en la lista de la Copa ya que su sanción culmina a principios de mayo, antes de que finalice la fase de grupos.
¿Podrá el equipo de Marcelo Gallardo reencontrarse en Río de Janeiro con la victoria para, al menos, regalarle una sonrisa a la distancia a sus hinchas después de tantos palos? Se verá…
Fuente; Diario Clarin